EL BAILARÍN

A veces, en una zamba,

su alma se hace pañuelo,

y me parece que baila

entre la tierra y el cielo

Y su figura gallarda

ocupa todo el espacio,

se queda su compañera

dormidita entre sus brazos.

Después se toca el sombrero

su corazón ya palpita,

porque va llenando el aire

cansina, una chamarrita.

Mientras flotan en la pista

van floreciendo en ternuras,

"La lindera"... de Linares,

ritmo, cadencia, dulzura.

Patio de tierra regado

y una lunita andariega,

le va prestando sus duendes

Santiago y su chacarera.

Hay un violín celestial

que va marcando el camino,

mientras bailan late el alma

de Sixto Palavecino.

Después, con mucha dulzura,

deja a un costado a la dama,

porque un arisco malambo

a la pista lo reclama.

Se alza altivo, corcovea,

mil figuras encontradas,

la luna bajño a mirarlo,

la noche quedó callada.

Fue tan grande su destreza

que al tiempo aún comentaban:

-tenía alas en los pies

cuando el malambo bailaba-