Entre Ríos,
tierra verde,
tierra
cargada de historias,
andan los
bravos caudillos
cabalgando su
memoria.
Entre Ríos,
tierra azul,
de una clara
transparencia,
los que
están lejos la añoran,
andan
llorando la ausencia.
Entre Ríos,
tierra roja,
en su
cardenal altivo,
y en la
brasita que deja
montecitos
encendidos.
Entre Ríos, tierra blanca,
límpido cielo de infancia,
Entre Ríos, tierra blanca,
límpido cielo de infancia,
de un corazón desbocado
al sentirla a la distancia.
al sentirla a la distancia.
Entre Ríos,
tierra fuerte,
en el monte,
un alarido,
y después se hace silencio
en las
pupilas del río.
Entre
Ríos, de “solapas”,
y del
cantar de chicharras,
de una
chamarra dulzona
enredada a
una guitarra.
Entre Ríos,
prodigiosa,
de la lucha
y el esfuerzo,
la de la
mano tendida,
la del
corazón abierto.
Entre Ríos,
ribereña,
la de
pueblos ancestrales,
la que aún
sigue clamando
por charrúas
y minuanes.
Entre Ríos,
cielo y
campo,
y musa del
canto mío,
me va
refrescando el alma
el abrazo de
sus ríos.
Entre Ríos,
mi regazo,
don Linares
ya lo dijo:
“mejor
muerto en Entre Ríos
que vivo en
el paraíso…”.
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