jueves, 24 de enero de 2013

SER ENTRERRIANO




Allí junto a la orilla no hay ninguna
pena que agobie el corazón mío,
todo está en calma, el cielo, la luna
y la mansa cintura de mi río.


Abro mi corazón y un canto dejo,
el paisaje es luz, es hermosura,
mis ojos miran absortos y perplejos,
ruedan gotas de luz desde la altura.


Quietud y soledad…  nada importuna,
mansedumbre de arroyo dentro mío
he nacido entrerriano… ¡que fortuna!;


Mi alma sorprendida se pregunta
¿Es posible tanta belleza junta?.
Yo le digo: -tan solo en Entre Ríos-



CANTO FEDERAL



Hoy he bebido una copla amanecida
y es un vino que corre por mi sangre,
después brota en seis cuerdas y se expande
por los senderos que nos da la vida.


Baja hasta el río, se llena de colores,
y compite su luz con la mañana,
es la copla profunda y entrerriana
que florece en la voz de los cantores.


Para ella no hay tiempo, ni distancia,
es florcita silvestre, es fragancia,
es la misma que anduvo en las moharras.


La que muestra al país, bellos paisajes,
la que habla de caudillos y coraje,
la de un canto federal en las guitarras.



miércoles, 23 de enero de 2013

TARDECITAS DE ENERO

Tardecitas de enero en mi Entre Ríos
una mezcla  de luces y colores;
donde juegan recuerdos y candores,
donde el río andador, se hace cansino.


Tardecitas de enero  en Entre Ríos
de zorzales costeros  y cantores,
la de ceibos sangrando por sus flores,
la de sauces, llorando su destino.


Tardecitas de enero, que no olvido,
las que llenan mi alma, regresando,
las que vuelvo a encontrar en mi camino.


Tardecitas de enero, cielo herido,
un sendero costero desandando,
y aquel niño que fui, viene conmigo.




ELLA


Buscaba la ternura de tus ojos
en el ocaso de la primavera,
y en la calma quietud de la ribera
me dio el cielo costero tus sonrojos.


Te  encontré en el ondear de la madera,
pequeña canoíta estremecida,
y te sentí tan  cercana, amada mía,
perfume azul de las enredaderas.


Entonces supe, estaba enamorado,
y a cada instante, mi amor, te recupera,
la tarde me devuelve tus encantos.


Porque habitas mi abrazo abandonado,
y  eres dueña de todas mis quimeras,
porque alientas el fuego de mi canto.



LAS MANOS


Una gota de luna,
un poquito de cielo,
encuentro cada noche
en la manos que quiero.


Correntada de río,
la tibieza de arena,
descubro en esas manos,
las que alejan mis penas.


Son dos manos tan tibias
y milagrosas ellas,
y dejan en mi frente
cada noche, una estrella.


Son alitas mojadas
cuando calman la fiebre,
y calidez de nido
tienen las manos, siempre.


Son dos manos tan fuertes
cuando cuidan mi cuna,
mas cuando me acarician,
un plumón de ternura.


Si esas manos descubren
tristezas escondidas,
me traen un manojo
 de risas encendidas.


Y cuando ellas presienten
que rondan las maldades,
de un solo manotazo
alejan tempestades.


Un poquito de río,
un pedazo de cielo
y la luna jugando
en esas manos veo.


Esas manos son dueñas
de todos los alardes,
y han florecido en coplas
las manos de la madre.



MI PROVINCIA


Mi provincia es perfume a tierra arada.
Sapucay, que despierta en la garganta.
Es florcita silvestre en la alborada.
Es guitarra y “cordiona” en la bailanta.


Es el silbo tristón de algún tropero.
Mano abierta tendida a la gauchada.
Silencioso lamento de un hachero.
Es abrazo de río...  es correntada.


Es calandria.   Es zorzal.  Es torcacita.
Mansedumbre en la dulce chamarrita.
Corazón desbocado en un latido.


Ella es sombrita fresca en los veranos.
Fogoncito que entibia a mis paisanos.
Roja sangre de algún ceibo encendido.

Otra bellísima foto de: Gustavo  Cabral.



COSTERO


La cicatriz de la senda
que baja de la ribera,
arrastra un silbido largo
y trae una larga pena.

Penita de largos tiempos,
cansancio de un viaje eterno,
empieza desde la costa
y termina río adentro.

A veces, tan solo a veces,
del río se siente dueño,
cuando está solo, solito,
y entonces remonta sueños.

Y va juntando en sus manos
la luna, el agua  y el viento,
pero después las devuelve,
él sabe que no es el dueño.

A veces mirando lejos
sus ojos  trepan al cielo,
y por un ratito atrapan
refucilos del lucero.

La noche viene bajando
hoy la pesca ha sido buena,
la mesa estará  tendida
salpicadita de estrellas.

Ya divisa su ranchada
tiembla un corazón costero,
aunque es verano él lleva,
el frío de algún invierno.

Y piensa  pa´ sus adentros
más sin perder la  esperanza,
“Diosito, se hace empinada
la senda de la barranca”.



MAGIA EN LA RIBERA


El sol es una rodaja
cayendo en el horizonte,
y la ribera se llena
con los susurros del monte.

El viento, cual un suspiro,
sacude a los pajonales,
y un viejo río agitado,
carga penas ancestrales.

Silenciosa entre los sauces
la luna asoma callada,
y algunas gotas de plata
se pintan en la ranchada.

Y de pronto en el remanso
un golpe sacude  al río,
potro bravo es el dorado,
el “pirayú” de los  indios.

Y un viejo sauce  le  deja
lagrimitas al estío,
a veces quiere ser luna,
y en otras un poco río.

Y un grillo le va sumando
a la costa sus cantares,
y algunas ranas se suman
al concierto de la tarde.

Todo es magia en la ribera
anda muriendo un enero,
la noche con pies mojados
viene siguiendo al costero.

Vuelven los rostros perdidos
al son de viejas guitarras,
y aparecen los recuerdos
entre un humo de nostalgia.


EL PARANÁ DE LOS SUEÑOS


Tan solo un rumor de río
viene quebrando al silencio,
la noche costera deja
estrellitas en el ceibo.

Manojo de comapanes
se me enredan en los dedos,
es un canto la ribera
desde la costa  hasta el cielo.

Camino hasta la barranca
y encuentro plata en el suelo,
por el senderito corto
anda paseando el lucero.

Siento que voy regresando,
la misma costa, otros tiempos;
y me corre por el cuerpo
un remanso de recuerdos.

Recordé que en esa costa
fui chicharra y mojarrero,
churrinche de cielo libre,
camalote en el estero.

También he sido guitarra
de un fogoncito costero,
si habré cantado en milongas
las penas de algún islero.

Y con los grises de Junio
fui silencio espinelero,
y en los gurises, fui ronda,
de un cataplín, cataplero.

Qué lindo volver al río,
al Paraná de mis sueños,
qué lindo sentirme vivo
después de tantos inviernos.



lunes, 14 de enero de 2013

MILONGA DE AMOR PARA VALENTINA


Llegaste un día de Junio
en la mitad del año,
y fuiste el más hermoso
regalo de cumpleaños.

Viniste a nuestras vidas,
solcito en las mañanas,
y fuiste una caricia, de amor,
en nuestras almas.

Y en otros días fuiste
como una lluvia fresca,
y al verte, como nunca,
lo sentó a Dios tan cerca.

Y casi sin permiso
entraste a nuestras vidas,
y donde había penas,
pusiste la alegría.

Tu risa es campanita
sonando por la casa,
y cuando tú me miras,
tu mirada me abraza.

Y ni hablar de ese llanto
que a veces nos derramas,
“pequeña sinvergüenza”,
con ese llanto, mandas.

Y aunque aún no me hablas,
aunque solo me miras,
con tus ojitos tiernos
me compras, me dominas.

Cuando te veo jugando
en el jardín de casa,
tu risa me parece
un vuelo de torcazas.

Y rondan a tu lado
alegres picaflores,
y yo vuelo con ellos
y olvido mis dolores.

Llegaste un día de Junio
casi a mitad de año,
y fuiste el más hermoso
regalo de cumpleaños.

Y desde aquel momento
pequeña Valentina,
ando juntando besos
para endulzar tu vida. 


LOS ESPINELEROS


Anda buscando algún sueño,
remontando una esperanza.
una lunita en los sauces
le  anuncia una noche clara.

Gurises  de  tez oscura
lo miran desde la orilla
tristones ojos costeros
igual que la luna, brillan.

Viejo andariego del río
va encarnando lentamente,
mientras un largo silbido
llena  l acosta silente.

Y la tarde se desangra,
va muriendo acuchillada,
y en los ojitos tristones
es una luz demorada.
  
Viejo pescador del pago,
mi sufrido espinelero
quiera Dios que algún anzuelo
Haya atrapado un lucero.

La noche ha caído mansa,
no ha sido buena la pesca,
habrá que salir de nuevo
apenitas amanezca.

Así nomas es su vida
dele luchar y luchar,
sufrido el espinelero
de mi río Paraná.