Tan solo un rumor de río
viene quebrando al silencio,
la noche costera deja
estrellitas en el ceibo.
Manojo de comapanes
se me enredan en los dedos,
es un canto la ribera
desde la costa hasta el cielo.
Camino hasta la barranca
y encuentro plata en el suelo,
por el senderito corto
anda paseando el lucero.
Siento que voy regresando,
la misma costa, otros tiempos;
y me corre por el cuerpo
un remanso de recuerdos.
Recordé que en esa costa
fui chicharra y mojarrero,
churrinche de cielo libre,
camalote en el estero.
También he sido guitarra
de un fogoncito costero,
si habré cantado en milongas
las penas de algún islero.
Y con los grises de Junio
fui silencio espinelero,
y en los gurises, fui ronda,
de un cataplín, cataplero.
Qué lindo volver al río,
al Paraná de mis sueños,
qué lindo sentirme vivo
después de tantos inviernos.
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