Llegaste un día de Junio
en la mitad del año,
y fuiste el más hermoso
regalo de cumpleaños.
Viniste a nuestras vidas,
solcito en las mañanas,
y fuiste una caricia, de amor,
en nuestras almas.
Y en otros días fuiste
como una lluvia fresca,
y al verte, como nunca,
lo sentó a Dios tan cerca.
Y casi sin permiso
entraste a nuestras vidas,
y donde había penas,
pusiste la alegría.
Tu risa es campanita
sonando por la casa,
y cuando tú me miras,
tu mirada me abraza.
Y ni hablar de ese llanto
que a veces nos derramas,
“pequeña sinvergüenza”,
con ese llanto, mandas.
Y aunque aún no me hablas,
aunque solo me miras,
con tus ojitos tiernos
me compras, me dominas.
Cuando te veo jugando
en el jardín de casa,
tu risa me parece
un vuelo de torcazas.
Y rondan a tu lado
alegres picaflores,
y yo vuelo con ellos
y olvido mis dolores.
Llegaste un día de Junio
casi a mitad de año,
y fuiste el más hermoso
regalo de cumpleaños.
Y desde aquel momento
pequeña Valentina,
ando juntando besos
para endulzar tu vida.
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