miércoles, 23 de enero de 2013

COSTERO


La cicatriz de la senda
que baja de la ribera,
arrastra un silbido largo
y trae una larga pena.

Penita de largos tiempos,
cansancio de un viaje eterno,
empieza desde la costa
y termina río adentro.

A veces, tan solo a veces,
del río se siente dueño,
cuando está solo, solito,
y entonces remonta sueños.

Y va juntando en sus manos
la luna, el agua  y el viento,
pero después las devuelve,
él sabe que no es el dueño.

A veces mirando lejos
sus ojos  trepan al cielo,
y por un ratito atrapan
refucilos del lucero.

La noche viene bajando
hoy la pesca ha sido buena,
la mesa estará  tendida
salpicadita de estrellas.

Ya divisa su ranchada
tiembla un corazón costero,
aunque es verano él lleva,
el frío de algún invierno.

Y piensa  pa´ sus adentros
más sin perder la  esperanza,
“Diosito, se hace empinada
la senda de la barranca”.



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