El sol es una rodaja
cayendo en el horizonte,
y la ribera se llena
con los susurros del monte.
El viento, cual un suspiro,
sacude a los pajonales,
y un viejo río agitado,
carga penas ancestrales.
Silenciosa entre los sauces
la luna asoma callada,
y algunas gotas de plata
se pintan en la ranchada.
Y de pronto en el remanso
un golpe sacude al río,
potro bravo es el dorado,
el “pirayú” de los indios.
Y un viejo sauce le deja
lagrimitas al estío,
a veces quiere ser luna,
y en otras un poco río.
Y un grillo le va sumando
a la costa sus cantares,
y algunas ranas se suman
al concierto de la tarde.
Todo es magia en la ribera
anda muriendo un enero,
la noche con pies mojados
viene siguiendo al costero.
Vuelven los rostros perdidos
al son de viejas guitarras,
y aparecen los recuerdos
entre un humo de nostalgia.
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