viernes, 28 de diciembre de 2012

LOS VIEJOS FUNERALES




Briosos los caballos, brillosos, muy negros,
sus cascos traían llantos y tristeza,
cruzaban airosos las calles de tierra,
penita en el alma su paso nos deja.


Click, clack, repetía su paso en las calles
tirando el carruaje con alas muy negras.

Al doblar la esquina que daba a la iglesia
tañir de campanas desgranando penas.


Yo, que era muy niño, seguía al carruaje,
observaba todo, y todo me asombraba;
los negros penachos flameando en el viento;
de Santos, el chófer, su estampa admiraba.


La gente en el atrio de la vieja iglesia.
Gemidos y llantos en la tarde oscura,
y un brochazo negro dejaba en la puerta
la negra sotana que vestía el cura.


Inundaba al templo un canto muy triste.
Avanzaba apenas el triste cortejo
y unas telas lilas, viejas, desteñidas,
cubrían los santos, tan fríos, tan viejos.


Después el “click clack”  en la calle fría
remontaba Echague, rumbo al cementerio,
lágrimas y besos, y el llanto en el viento,
después el silencio… ya descansa el muerto.







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