A veces llego mansamente al río
busco mi huella digital en la mañana,
y entre la arena seca y el rocío,
encuentro mi niñez nunca olvidada.
Y entonces, la gloria, y ser va el hastío
que va dejando la tristeza urbana,
y junto los recuerdos, y confío,
que volveré a encontrar el ángel que me llama.
Y allí nomás, me pierdo en el camino,
quizás pueda encontrar esas pisadas
que esquivaban al sol en el estío.
Y un instante de luz y resolana
alejarán las penas y el vacío,
mi infancia, cielo azul… y las campanas.
Fotografía: Carlos Martinez
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