A veces la vida se hace un nudo,
por suerte en muchas otras, se hace puente,
gime dolido el corazón desnudo,
la muerte nos vigila indiferente.
Y es allí cuando encuentro a mis hermanos,
son esa casa donde el miedo no toca,
florecen las guitarras en sus manos
y un abril de canciones en mi boca.
Y también está ella, que conoce,
mis ruinas, mi luz y mis temores,
la que siente su nombre entre mis voces;
y entonces voy juntando mis amores,
y aunque tragué la noche, bebo el día,
y camino feliz a la alegría.
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