Tiene mi alma un presentimiento,
aquí en la costa mi niño florecía
y este cielo costero me traía
los mil secretos que guardaba el viento.
El cielo era solo el instrumento
en realidad, sentía lo que yo quería,
llegar allí cuando caía el día
y palpar ese azul que aún hoy siento.
Y allí bebía ese paisaje puro
y aquello que en mi vida estaba oscuro
se hacía un comapán de luz en vuelo.
Por eso mi alma, cuando está vencida,
regresa a esos recodos de la vida,
a la dulce niñez de agua y cielo.
Fotografía: Carlos Martinez