miércoles, 12 de febrero de 2014

DUENDES SIESTEROS



En el dócil silencio de la siesta
atontada  por los soles de enero,
se escuchaba ese grito lastimero
a quien nunca por recelo, di respuesta.
  
Un “cuu” largo, triste, muy dolido
desgarraba a la tarde que se ardía,
y el temor en el pecho se prendía,
un misterio de solapas escondidas.
  
Se perdía ese grito en la hondonada
y de nuevo los gurises en bandada
buscando sombras, dueños del sendero.
  
No lo niego, su clamor nos daba miedo,
pero el monte y sus enigmas nos llamaba,
nuestra suerte,  total, ya estaba echada.

Fotografía: Gustavo Cabral

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