lunes, 24 de febrero de 2014

LA MUERTE DE LA CIGARRA



Ardorosa melodía el viento acuna,
el agua calla y el río se espanta,
la música estridente se agiganta
rompiendo los cristales de la luna.


Despierta al gurisito de la cuna
el juguete nostálgico que canta,
desafina su flauta, desencanta,
pero cantar es toda su fortuna.


Sus alas transparentes, en el verde
de los sauces se posa y se pierde,
y estalla su canción tan candorosa.


Gime… Y la luna que salió del río,
mojada aún y un poco temblorosa,
le ofrece su mortaja de rocío.

Fotografía: Ramón Mioletto

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