Las veo cruzar en largas procesiones,
monjitas blancas de un azul firmamento,
en un ir y venir van con el viento
esparciendo en el cielo sus jirones.
A veces yo descubro algún retrato,
bellos rostros que me llevó la vida,
y es allí cuando en mi alma estremecida
alegría y dolor, vienen de a ratos.
Recupero los sueños olvidados,
aquella boca que besó mi frente,
aquella madre de caricias tiernas.
Y entonces me parecen diferentes,
descubro en esas nubes lo sagrado
y duele menos esa ausencia eterna.
Fotografía: Carlos Martinez
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