Un retazo de sol he descolgado
quizás el mismo sol de aquella infancia
y aunque hoy me golpea la distancia
yo aún guardo aquel niño enamorado.
Casi niños los dos, y un mediodía,
allí en tu boca se posó mi vuelo,
desde entonces tú fuiste mi desvelo
y la única razón de mi alegría.
Y fue allí que tracé el primer poema,
reía con tus sueños caprichosos
y te di la flor más bella de un invierno.
No sé qué ha sido… ¿quizás la luna llena?,
me ha traído tu nombre tan hermoso,
el que guardé un setiembre en un cuaderno.
Fotografía: Carlos Martinez
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