lunes, 1 de octubre de 2012

QUE MAS PUEDO PEDIR, AMIGO MÍO




Es la hora en que suenan las campanas.
Es la hora en que vuelven los candores.
Aleteo de nidos en las ramas,
río y cielo se prestan sus colores.


Tiene algo de mágico el momento,
me deshago de todos mis abismos;
estoy solo con mi alma y mi silencio,
¡qué bueno reencontrarme con mí mismo!


Y soy el alma misma del paisaje,
y soy mata de pasto, piedra y río,
y el canto de un crespín entristecido.


Cargo gotas de luz, y sigo viaje,
encuentra paz mi corazón herido,
qué más puedo pedir, amigo mío.



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