En alguna tarde, encontré tus ojos,
callé las palabras, bebí tu silencio,
y ese día supe que no estaba solo,
y que eras parte del más lindo sueño.
Y anduvimos juntos, un largo camino,
con días de risa, con noches calladas,
y después la voces inundando el patio,
y allí nuestras manos siempre entrelazadas.
Por qué no decirlo, cuando alguna pena
flotaba en el aire inundando el alma,
yo siempre encontraba miel en tu mirada
y no había tiempo para la distancia.
Ya ves, han pasado más de treinta años,
y aún siento en el aire olor a naranjos,
sigo siendo un río que busca tu cauce,
comapán herido por tus ojos mansos.
Sabes esta noche quisiera cantarte,
la canción tan tuya, la que te nombraba,
robarte algún beso, y después dejarte
una flor y un verso , allí entre tu almohada.
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