domingo, 17 de febrero de 2013

LA CALLE



Amo esta calle, desde tiempos lejanos,
era una lengua larga y áspera, de tierra
y aunque estaban sus casas desteñidas y tristes,
para nosotros era, del pueblo, la más bella.

La caminaba a diario cumpliendo los mandados,
y de lunes a viernes, camino de la escuela,
pero a mi gustaba los domingos de misa,
se volvía distinta, porque pasaba ella.

Y aunque algunos decían que nunca sería bella
por sus casitas bajas y sus portones viejos,
se volvía tan linda si ella la caminaba,
yo, niño enamorado, la miraba de lejos.

En esa calle andaban los duendes de la siesta
y llenaban el aire los cantos provincianos,
y al oír el llamado del zaguán de la esquina
presuroso corría, con el alma en las manos.

Fue mágica esa tarde, carnaval en febrero,
la corrí con un balde, la encerré en una esquina,
y al mirar esos ojos, que clemencia pedían,
le dije que mi alma, de amor, por ella ardía.

Por eso en mis recuerdos esa calle de tierra
sigue siendo tan bella, sobre todo en verano,
porque vuelvo a ese día, carnaval en febrero,
ella, dulce paloma, se cobijó en mis manos.

Y a veces la nostalgia, se prende de mi mano
y me lleva a esa calle, y la siento tan mía,
y encuentro aquellos ojos tan cerca de los míos
y ese beso robado,  jugando a la escondida.




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