domingo, 17 de febrero de 2013

TAN CERCA DEL RÍO




Mi pueblo cerca del río,
trepándose a las barrancas,
con un aire de campanas
te va llevando a la plaza.

Y allí, viejos edificios,
recuperan la memoria,
y entre paredes gastadas
encontramos historias.

Después llego hasta el arroyo,
“el caballito pintado”,
allí donde don Linares
le dio un canto enamorado.

Viejo puerto donde el  guinche,
solitario centinela,
estira sus manos frías
como buscando una estrella.

Y en sus calles regresando
tiempos de la edad primera,
“un picadito” los niños,
y las niñas, “la rayuela”.

Y diviso algunos rostros
en la bruma de la siesta,
al trotecito y sonrientes
la costa, llama y espera.

Ubajay, tas, pisingallos,
y un azul de enredaderas,
qué bueno era descubrir
la magia de la ribera.

Dichosos los que tuvimos
una infancia pueblerina,
con aroma a pan casero,
con un duende en cada esquina.

Mi pueblo de las barrancas,
mi pueblo de cielo y río,
mi pueblo me sigue dando
a cada paso un latido.
  
Y en esto de andar, andando,
yo lo añoro estando lejos,
y no sé si es volver
o me estoy volviendo viejo.



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