sábado, 25 de agosto de 2012

UNA CRUZ EN EL CAMINO




Cayó sobre la tierra un pétalo de rosa.
Detuvieron los pasos mis pies de peregrino.
Perdida entre las flores al lado del camino,
descubrieron mis ojos la tumba silenciosa.


Dije al silencio: -¿quién duerme, quién reposa?
Miré la cruz que guarda un sueño y un destino;
y un sauce desgranando su llanto vespertino
refrescaba la hierba que vestía a la fosa.


Los pájaros del monte han detenido el ala.
El último suspiro del sol allí se instala
y la tarde en coronas de colores se ofrenda.


Ha cubierto al paisaje una sombra oportuna.
Ya la noche se prueba su ropaje de luna,
con un dedo en los labios voy dejando la senda.

viernes, 24 de agosto de 2012

VOLVER


Si buscas en el diccionario la palabra “volver”,
encontrarás muchas definiciones…
Las leí una por una y me quedé con la que dice:
“volver… es regresar al punto de partida”
Aunque yo agregaría otras….
Agregaría: … volver es responder a
un pedido vital del alma en exilio.
Volver es retroceder el tiempo 
y mitigar así el dolor de las ausencias…
Es poder justificar en alguna medida, la partida,
con el paisaje y los amigos que quedaron…
Y ya lo dijo Linares:
“no me culpes la ausencia estoy contigo…
y más adelante dice en la misma canción
como en un ruego:
“devuélveme el gurí…”.
Volver, es poder entonar de nuevo la canción
que cantábamos cada siesta en los baldíos,
en los montes, en la costa, acompañada por un coro de siglos
de chicharras, grillos, ranas y pájaros…
Volver,
es reconocer los aromas de cada rinconcito que era nuestro…
Es correr en las calles de tierra con las ramas
de paraíso
tratando de cazar las mariposas para adornar los cuadernos…
y alzar nuestras manitos tratando de alcanzar “los panaderos”…
O quedarnos quietos en las noches claras
mirando aquel cielo saturado de estrellas y surcado
por el titilar de los comapanes.
Volver,
es reencontrarse con las miles de historias
que caminaban nuestras calles cargando sueños  y pesares.
Volver, es escuchar los retos de la madre buena
por la travesura , y sentir las manos arrugadas,
pero cálidas de la abuela secándonos las lágrimas.
Por eso amigo mío, no tengas miedo
que te digan viejo,
ni siquiera le respondas, o si,
dile que esa nostalgia recuperada,
le ha brindado a tu alma una fresca caricia de ternura
y que tu espíritu-niño anda como ayer,
corriendo, atrapando las mariposas de los recuerdos.
¡Ah!, y di como Linares:
 “no me culpes la ausencia estoy contigo”…
Si, dile a tu tierra amada que estás volviendo…
o mejor dicho que nunca te fuiste.

BOCHA MARTINEZ, “PINOCHO”



Un andar chaplinesco en la mañana,
pantalones con fundillos largos,
como un viejo feudal de las ochavas
se ha adueñado Pinocho del silencio.

Desde el norte hasta el sur recorre el pueblo
y reparte los diarios sin un grito,
golpecito en la puerta, una sonrisa,
y el apretón de manos del vecino.

El saludo en cada esquina lo demora
y entonces se hace largo el recorrido,
alguien quiere “chusmear” los titulares
a cambio de un buen mate compartido.

Es el “Bocha” Martínez, canillita,
pintoresco gorrión que tiene el pueblo,
y los diarios apretados bajo el brazo
parecieran llevarlo en calmo vuelo.
  
Qué será del gorrión, de la paloma,
qué será de la plaza y las esquinas,
del vecino que espera en la vereda
cuando el Pino no traiga más noticias…

jueves, 23 de agosto de 2012

NOCHE EN EL RÍO



 
Retazos de la tarde mansamente
van dejando en el río sus heridas,
en los ranchos hay luces florecidas
y un vaho de fatigas en la gente.


Es hora del sosiego en la ribera.
Se destiñen de a poco los colores,
y una vieja canción de pescadores
nos habla de una ausencia y una espera.


Cumpliendo puntualmente su destino,
una luna andariega en el camino
luciérnagas de plata va prendiendo.


Los grillos ya comienzan su concierto.
Se silencian los pasos en el puerto:
¡Cuánta magia la noche va tejiendo...!

LA VIEJA PANADERIA



Ayer, como tantas veces,
me detuve en esa esquina
y encontré otra vez la casa
majestuosa de la infancia,
olor a pan calentito,
tan llena de luz y vida,
hoy con paredes oscuras
por el tiempo, carcomidas.

Qué tristeza me dio al verla
tan sola y abandonada,
silenciosa y solitaria,
como una rosa marchita,
sin cortinas de colores,
sin voces, ruidos y risas,
es tan triste su presente,
todo es silencio y es nada.

La vi tan triste y caída,
derruido su andamiaje,
si hasta el árbol de su puerta
está perdiendo el follaje;
su cara tiembla de frío,
y está callada y dormida,
si las casas tienen alma,
la de ella ha de estar dolida.

Los helechos se asomaban
por tantas grietas heridas
y miraban con tristeza
a la casa destruida,
recordaron otro tiempo,
cuando todo era una fiesta
y se oían en la puerta
las voces de bienvenida.


A veces, cuando la brisa
se cuela entre sus agujeros,
embriagada de recuerdos
tiembla la vieja escalera,
siente crujir los peldaños,
imagina viejos pasos,
aquellos, que en tiempos bellos,
le besaban su madera.

Yo la contemplo con pena,
también con algo de miedo,
a veces, como esa casa,
estoy cansado y vacío;
pero tengo una ventaja
que la casona no tiene:
cuando yo me siento solo,
voy y me acerco a los míos.
 
Hoy me detuve a mirarla,
y regresé en los recuerdos
cuando volvía del puerto
y ella estaba en mi camino,
ayer altiva, elegante,
hoy tan oscura y vencida,
no pude brindar por ella,
mi vaso estaba vacío.



martes, 21 de agosto de 2012

MI PUEBLO



Mi pueblo tiene un aire de campanas.
Dibuja sus casitas en la loma.
Y floreciendo en alas su mañana,
al cielo azul le presta sus palomas.


Mi pueblo con su mansa transparencia
en la barranca deja sus rubores,
presagio de colores su presencia:
La Paz, en mi dolor y en mis amores.


Y aunque lejos esté, tiene mi canto.
Hermosa luz de la existencia mía,
blanca paloma de sublime encanto.


Aquí juega la luna entre dos puentes
y uno encuentra el saludo diferente.
Bienamada La Paz de mi alegría... 



lunes, 20 de agosto de 2012

TÍTERE

Javier Villafañe


Una vocecita dulce y una mano,
le dan un corazón a la madera,
que un pedazo de tabla  solo era,
y ahora ríe y canta como humano.


 El niño ya lo siente tan cercano
que le da su corazón adormecido,
ante tanta ternura se ha rendido,
y el muñeco se acuna allí en su mano.


Después llora y ríe,  canta y hasta  juega,
desata carcajadas en los niños,
que lo aplauden y le ofrecen su cariño.


Ha caído el telón, todo termina,
y ha dejado una lágrima perdida
aquel dulce muñeco de madera.

domingo, 19 de agosto de 2012

TRISTEZA



 Una vieja angustia
desbordó mi alma al ver su figura.
Su carita sucia
y en sus ojos lleva palidez de luna;
de alitas caídas
angelito pobre de un cielo olvidado,
florcita silvestre
sobre frágil talle, tan desamparado.

Detuve mis pasos
y sin darme cuenta estiré mi mano,
flotaba en el aire
toda la tristeza de un dolor callado;
tenía su mirada
un cielo de penas, de estrellas perdidas,
y una camisita
raída de tiempo cubría su alma herida.

Niño de mi pueblo
quisiera esta noche entibiar tu invierno,
y al jugar contigo 
reencontrar ternuras de los viejos tiempos;
préstame tus alas
y busquemos juntos el vuelo perdido,
dime que aún es tiempo
de trepar al árbol y encontrar el nido.

Niño de la esquina
de los ojos tristes, del andar cansino,
por mi apuro de hombre
mi amor te ha dejado solo en el camino;
soy un habitante
de un mundo cansado, cargado de olvidos,
que no tiene tiempo
para un gorrioncito que tiembla de frío.

Niño de mi pueblo
quisiera esta noche entibiar tu invierno.
y al jugar contigo
reencontrar ternuras de los viejos tiempos;
préstame tus alas
y busquemos juntos el vuelo perdido,
dime que aún es tiempo
de trepar al árbol y encontrar el nido.

EL ÚLTIMO ANGELITO



 Mira,
es el último angelito que nos queda,
también de carita triste y ojitos cerrados.
Vamos a pedirle una tenue sonrisa
y que nos lleve imaginariamente
hasta la orilla del río
y nos cuente el misterio de la cruz de la bajada.

Lo veo espléndido y tierno
y cmo me gustaría
arrancarle una sonrisa dulce y traviesa
y que él a cambio
beba las lágrimas de mis ojos tristes.

Una tarde perezosa no quiere marcharse
aunque ya es su hora,
el sol, recostado en la línea verde del horizonte
tira de ella, la reclama, pero ella se resiste,
intenta conmigo
arrancarle una sonrisa al último angelito.

Los pájaros nos enredan con su canto
y en las ramas altas de los pinos
crece la brisa de sus alitas
y le suman sus caricias a las frías alas
del último angelito.

Vuelvo mis pasos… es inútil el esfuerzo,
el último angelito no sonríe…

Las aves callan, la tarde, vencida, se reclina…
entonces mi alma, entrometida como siempre,
me dice: “nunca entenderé la eterna tristeza
de los angelitos de los viejos cementerios”…
y aunque siempre me gusta contradecirla,
 le di la razón.

AMO AL RIO



Yo amo al río. Desde que era un niño lo conozco.
El fue de dueño de mis siestas
de solapa y misterios.
A él, le he contado secretos que
les ocultaba a mis padres.
Cuántas veces, la sal de mis lágrimas
se fundió con la áspera dulzura de sus aguas,
y él, como un fiel perro amigo,
lamía mis pies y calmaba mis heridas.
De tanto en tanto me acerco a sus orillas,
me duermo en la distancia de su cauce,
en el rumor palpitante de barrancas y remansos,
me siento luna descansando entre sus sauces
y otras veces, soy pájaro libre refrescando
con mi canto su cansancio de siglos.
Los días de lluvia me acerco presuroso
y mis ojos beben los colores
del mágico arco iris que estalla
en su cielo de islas.
Yo amo al río, y recuerdo a Ramón, el costero,
improvisando versos de justicia,
en esos instantes, su figura se agigantaba
y era como un dorado majestuoso
cabalgando las aguas.
Hombre y río… Río y hombre…
Ramón, el costero, con sus versos de justicia…
Amo el río, a pesar de la tristeza
que baña las riberas, aún los días en que
la creciente golpea el alma de mi gente.
Amo al río… más allá de la vida y de la muerte.
El guarda mis secretos,
él me contó sus misterios,
de los “negritos del agua” y de los socavones,
y de la “Cambuiré” desahuciada de Linares.
Amo al río… más allá del tiempo y del espacio.
Soy un simple poeta que como el río
voy cargando una larga jangada de tristezas
y misterios, pero cuando estoy con él,
me siento propietario sin título de un
puñado de arena,
de una mata de pasto… de una hoja de sauce.
Amo al río…
más allá de la vida y de la muerte…
más allá del tiempo y del espacio…

LA CHACHIRA





Alguna pena le rozó el cabello,
tiñéndolo de escarcha y de blancura,
a veces una gota de ternura
se hacía luz en sus ojos, cual destello.


Y entonces descubría en su mirada
a una anciana dulce y cariñosa,
y no a la anciana triste y perezosa
que en mi calles de niño, yo encontraba.


La noche vino larga y duradera
le fue robando sin piedad el día,
y apagó poco a poco su dulzura;



Por eso, en aquella edad primera,
la recuerdo enojada a “La Chachira”
desgranando en las calles su locura.



 




EL RIO Y TU AUSENCIA




Hoy en la arena escribiré tu nombre,
será una tarde mía, sin olvidos,
mi corazón será un pájaro herido
buscando algún recuerdo que lo asombre.


Y allí, seré quizás, sauce costero,
llorando eternamente  tu partida,
compartiré del ceibo sus heridas,
él sabe, por tu ausencia, yo me muero.


Mi corazón será un zorzal sediento
buscando tu canción a cada paso,
queriendo regresar al viejo tiempo.


Más quedaré de nuevo sin aliento,
y le dirá a m i alma un mustio ocaso,
su nombre ya es ausencia y es silencio.