Cayó sobre la tierra un pétalo de rosa.
Detuvieron los pasos mis pies de peregrino.
Perdida entre las flores al lado del camino,
descubrieron mis ojos la tumba silenciosa.
Dije al silencio: -¿quién duerme, quién reposa?
Miré la cruz que guarda un sueño y un destino;
y un sauce desgranando su llanto vespertino
refrescaba la hierba que vestía a la fosa.
Los pájaros del monte han detenido el ala.
El último suspiro del sol allí se instala
y la tarde en coronas de colores se ofrenda.
Ha cubierto al paisaje una sombra oportuna.
Ya la noche se prueba su ropaje de luna,
con un dedo en los labios voy dejando la senda.
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