sobre el manso río,
sintió de sus aguas
sintió de sus aguas
un calor de estío.
Ella, pequeñita,
él inmenso y bello,
navegar sus aguas
navegar sus aguas
era todo un sueño.
Tembló su madera,
de timbó costero,
él le dio un abrazo
él le dio un abrazo
de viejos eneros.
Ella, casta y blanca,
él, un viejo río,
ella, tan pequeña,
ella, tan pequeña,
él, cargando siglos.
Ella, bien costera,
porque aquí ha nacido,
él viene del norte,
él viene del norte,
camalote y brillo.
Ella le ha contado
a un grillo costero
que está enamorada
que está enamorada
del río andariego.
Ella con sus brazos,
de remos tan finos,
le va acariciando
le va acariciando
su rostro de vidrio.
Y él, con agua dulce,
le da un tibio beso,
y ella se detiene
y ella se detiene
alarga el regreso.
Así es la leyenda
de este pago mío,
de un amor eterno
de un amor eterno
de canoa y río.
Si andas por mis costas
de tarde, un estío,
verás el abrazo
verás el abrazo
de canoa y río.
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