domingo, 19 de agosto de 2012

AMO AL RIO



Yo amo al río. Desde que era un niño lo conozco.
El fue de dueño de mis siestas
de solapa y misterios.
A él, le he contado secretos que
les ocultaba a mis padres.
Cuántas veces, la sal de mis lágrimas
se fundió con la áspera dulzura de sus aguas,
y él, como un fiel perro amigo,
lamía mis pies y calmaba mis heridas.
De tanto en tanto me acerco a sus orillas,
me duermo en la distancia de su cauce,
en el rumor palpitante de barrancas y remansos,
me siento luna descansando entre sus sauces
y otras veces, soy pájaro libre refrescando
con mi canto su cansancio de siglos.
Los días de lluvia me acerco presuroso
y mis ojos beben los colores
del mágico arco iris que estalla
en su cielo de islas.
Yo amo al río, y recuerdo a Ramón, el costero,
improvisando versos de justicia,
en esos instantes, su figura se agigantaba
y era como un dorado majestuoso
cabalgando las aguas.
Hombre y río… Río y hombre…
Ramón, el costero, con sus versos de justicia…
Amo el río, a pesar de la tristeza
que baña las riberas, aún los días en que
la creciente golpea el alma de mi gente.
Amo al río… más allá de la vida y de la muerte.
El guarda mis secretos,
él me contó sus misterios,
de los “negritos del agua” y de los socavones,
y de la “Cambuiré” desahuciada de Linares.
Amo al río… más allá del tiempo y del espacio.
Soy un simple poeta que como el río
voy cargando una larga jangada de tristezas
y misterios, pero cuando estoy con él,
me siento propietario sin título de un
puñado de arena,
de una mata de pasto… de una hoja de sauce.
Amo al río…
más allá de la vida y de la muerte…
más allá del tiempo y del espacio…

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