Javier Villafañe
Una vocecita dulce y una mano,
le dan un corazón a la madera,
que un pedazo de tabla solo era,
y ahora ríe y canta como humano.
El niño ya lo siente tan cercano
que le da su corazón adormecido,
ante tanta ternura se ha rendido,
y el muñeco se acuna allí en su mano.
Después llora y ríe, canta y hasta juega,
desata carcajadas en los niños,
que lo aplauden y le ofrecen su cariño.
Ha caído el telón, todo termina,
y ha dejado una lágrima perdida
aquel dulce muñeco de madera.
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