Alguna pena le rozó el
cabello,
tiñéndolo de escarcha y de blancura,
a veces una gota de ternura
se hacía luz en sus ojos, cual destello.
tiñéndolo de escarcha y de blancura,
a veces una gota de ternura
se hacía luz en sus ojos, cual destello.
Y entonces descubría en su mirada
a una anciana dulce y cariñosa,
y no a la anciana triste y perezosa
que en mi calles de niño, yo encontraba.
La noche vino larga y
duradera
le fue robando sin piedad el día,
y apagó poco a poco su dulzura;
Por eso, en aquella edad primera,
la recuerdo enojada a “La Chachira”
desgranando en las calles su locura.
le fue robando sin piedad el día,
y apagó poco a poco su dulzura;
Por eso, en aquella edad primera,
la recuerdo enojada a “La Chachira”
desgranando en las calles su locura.
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