Dicen que en las noches
claras del estío,
bajan presurosos
de aquel mármol frío;
y allí en los recodos
buscando las sombras
los ángeles niños
juegan a la ronda.
Y cuentan que el río
que pasa muy cerca,
detiene la marcha
y hasta allí se acerca;
y la luna blanca
a mirar se asoma,
tiñendo de plata
a la ronda ronda.
Se acercan al ángel
del ala caída,
con un dulce beso
sellan sus heridas;
y después al ángel
de triste mirada,
le dejan un beso
temblando en sus alas.
Un sol perezoso
trae la mañana,
y con el empieza
la nueva jornada;
y el sepulturero
que no entiende nada,
en los caminitos
descubre pisadas.
Camina despacio
y con voz pausada,
él jura y re jura
que hasta ayer no estaban,
y los angelitos
que lo contemplaban,
pícaros, sonríen,
cruzando miradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario