viernes, 28 de septiembre de 2012

LA CANOA




En la orilla la vi, entre agua y cielo,
y detuve mis pies de caminante,
el agua la tiraba a cada instante,
la arena la apretaba con recelo.


Agua y arena trenzadas en duelo
una la encallada, la otra la hace flotante,
y ella piensa, seré madera errante
o quedaré para siempre aquí en el suelo.


Y ella deja un quejido, un descontento,
quisiera decidir sobre su vida,
a veces quiere estar quieta en la arena


y en otras, libre, navegando al viento.
Desgrana en el paisaje mustia pena,
hoy la vi triste, muy quieta, adormecida.



jueves, 27 de septiembre de 2012

CON OJOS DE NIÑO





Hoy detuve mis pasos
y miré la vida con ojos de niño.
Descubrí en el cielo
antiguos colores que creí perdidos;

caminé el sendero,
el que tantas veces me llevó hasta el río,
y encontré la magia
del duende costero que un día fue mío.

La ribera en calma
se probaba el traje caliente de enero,
divisé en la costa
el cielo agitado de los mojarreros;
allí entre los juncos
chapaleando risas, gurises corrían,
y desde la orilla
el eco traía, voces de partida.

Derramó en mis manos
lagrimones rojos el ceibo costero,
y ganó mi alma
el hondo silencio de un espinelero;
y buscando el tiempo
de los ojos limpios y el corazón bueno,
me crecieron alas
y fui golondrina regresando lejos.

Aticé el rescoldo
de dulces recuerdos que creí olvidados,
sacudí las penas,
dejé los zapatos de mi andar cansado;
me trepé a la risa
de aquellos gurises que andaban cantando,
y corrí con ellos,
con el alma libre y los pies descalzos.

Hoy...
detuve mis pasos
y miré la vida con ojos de niño.

lunes, 24 de septiembre de 2012

PRIMAVERA



Ya pinta el sol el blanco caserío
y en la barranca,  luces, primavera,
todo es tibieza, se va alejando el frío
y florece en colores, la ribera.


Y el caminito azul que baja al río
nos habla de un amor y de una espera,
mientras carga el otoño su atavío
florecen las miradas compañeras.


Deja la niña un perfume en el viento,
y el joven deshojando margaritas,
los dos ríen, no es tiempo de lamentos;


Doble latido, y el corazón que grita,
un calmo río los mira en silencio,
un dulce amor, florece… resucita.




viernes, 21 de septiembre de 2012

LOS LAPACHOS COSTEROS



A orillas del río, entre los ranchitos
crecieron lapachos, quien me lo diría,
entre verdes sauces y rojos ceibales,
se alza su rosado en la arena ardida.


Y el cielo costero, cuando muere el día,
muestra la acuarela que Dios ha pintado,
mezcló los azules, rojos y naranjas,
y a los dos lapachos, le pidió el rosado.


Un lugar de ensueño la ribera amada
juegan con el sauce gotitas de luna,
mientras los lapachos dejan un rosado
en la gurisita que duerme en la cuna.


El viejo costero que ama ese paisaje
al ver los lapachos que están encendidos
sabe que se han ido por fin las heladas,
los vientos de invierno han sido vencidos.

  
Un río cansado detiene su marcha
con ojos de niño, él mira asombrado,
llora y se desangra un ceibo costero
mientras a su lado, ríen los rosados.


Qué extraño designio les marcó el destino
esos dos lapachos nacieron costeros,
y al igual que el sauce, el timbó o el ceibo,
su vida es del río… manso… espinelero.



jueves, 20 de septiembre de 2012

ESPERARE A QUE DUERMAS



Esperaré a que duermas
y te diré: princesa,
mi capullito tierno,
mi corazón gobiernas;
te  inventaré  los versos
más dulces de mi vida,
te  los diré al oído
aunque tú estés dormida.


Y cuando estés dormida
abriré la ventana,
para que una estrellita
se acurruque en tu cama,
y jugarán contigo
los duendes y las hadas,
yo, yo miraré de lejos
con el lma extasiada.


Te besaré en la frente
con toda mi ternura,
y dejaré en tu almohada
un gajito de luna;
te cantaré la nana
más dulce, recordada,
aquella que la abuela
de noche me


Te miro y yo te juro,
me devuelves la calma,
y siento un viento fresco
que me sacude el alma.
Esperaré a que duermas,
te cantaré la nana,
y cantará conmigo
tu Ángel de la guarda.


Esperaré a que duermas
y soñaré despierto,
que vienes tambaleante
a quedarte en mis brazos,
y yo extiendo las manos
y florezco en ternuras,
y los dos nos fundimos
entre besos y abrazos.


miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL RIO Y LA LUNA





Se cuela entre sauzal tu luz serena.
Tu candidez los ámbitos domina.
El espejo del río se ilumina
y de misterios el monte se llena.


El cielo se enternece con tu pena.
Sientes su piedad, dulce te inclinas.
Cansada hacia el alba te encaminas,
a morir el tirano te condena...


Cuando caes rendida me pareces,
que al paisaje dejas en triste duelo.
Más no vierte el sol lágrima alguna.


Y a la noche, callada resplandeces,
con un vago temor alzas tu vuelo.
Hermosa, tibia y fugitiva luna.

ANTIGUO DUEÑO DE LA TIERRA





Pusiste el corazón a la coraza.
No tembló nunca la lanza en tu mano.
Las armas y la cruz del castellano
destruyeron los sueños de tu raza.


Presentiste el peligro, la amenaza,
a la tierra te aferraste, hombre, hermano;
por codicia la espada del villano
tu corazón bravío... despedaza.


Hoy te ofrezco mi canto, da un rugido.
Largo tiempo has callado, es bastante,
que sepa de tu grito el mundo entero.


Muestra tu altivo corazón herido.
Muéstrales que aún agonizante
eres puma, eres tigre y no cordero.

LAS NUBES




Quedaron fijos mis ojos
atrapados en el cielo,
siempre busco entre las nubes
algunos rostros que anhelo.


Miro el celeste y el blanco,
y el rojo que es un lamento,
las figuras me devuelven
la huellas que llevó el viento.


Buscan mis ojos dolientes
los rostros de los que fueron
a buscar nubes del cielo
y que ya nunca volvieron.


Son ovejitas de mármol,
a veces, cuando las miro,
pero la imagen me dura
apenitas un suspiro.


A veces me miran raro
desde unos párpados ciegos,
¿qué haces mirando las nubes?,
estás perdiendo tu tiempo.


Las escucho, y no contesto,
las nubes sigo mirando,
ellas son indescifrables,
como el hombre y sus misterios.


Y esas nubes me devuelven
un casto tiempo de niño,
que como el cielo costero
se siente triste y herido.


Y a veces me siento nube
de algún verano tardío,
y ando formando en mi cielo
nombres y rostros perdidos.

martes, 18 de septiembre de 2012

LOS GURISES



Caminito de cardos y de espinas
aturdido de gritos y lamentos,
su larga cabellera el sauce inclina
mientras juega su sombra con el viento.


Presencia de gurises en bandada
y toda la ribera se ilumina,
el monte una sonrisa dibujada,
nuestro clamor le quiebra la rutina.


Arroyito… verano y mojarrero.
El duende de la siesta nos convoca
y nos tiñe la piel el manso enero.


Nuestro fresco fervor levanta vuelo,
una risa apurada se desboca
rasgando el terciopelo azul del cielo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

EL PUENTE Y EL ARROYO




 El arroyo anda y anda
 va hacia lo desconocido,
 entre barrancas, vencido,
 a veces lo veo llorar;
 toda su vida es pasar,
 todo lo ve de pasada,
 igual carga de la gente
 alguna pena guardada.


 Nace en el sur de mi pueblo
 con un cielo transparente,
 y allá en un río de arena
 se va a morir tristemente.
 El puente que está clavado
 a diario lo ve pasar,
 a veces quiere seguirlo
 mas no puede caminar.


 El agua pasa despacio
 como la muerte y la vida,
 y el puente llora su paso
 cuando la siente perdida.
 A veces quisiera ser
 como el arroyo viajero,
 acercarme hasta tu orilla
 lavar tus penas de enero;
 ay!, si otras veces pudiera
 ser como el puente, enclavado,
 que no me muevan los vientos
 que a veces siento a mi lado.


 Allí están arroyo y puente,
 que dulce pena me dan,
 el puente mira y se queda
 y el arroyito se va.
 Cuando paso, me detengo,
 y algo siento dentro mío,
 a veces soy como el puente,
 otras arroyo vencido.
Qué bueno sería ser
 arroyo y puente a la vez,
 correr como agüita fresca
 y poder morir de pie.

REGRESO DE RIO





Cruza el aire una caricia alada
buscando la quietud del tibio nido,
el sol su derrotero ha concluido
va marcando el final de la jornada.


A lo lejos se pinta la ranchada,
se escapa de los labios un silbido,
algún chamamecito entristecido
acompaña el andar de la remada.


El sol sobre las islas cae herido
y en un sauce una luna reclinada
le devuelve la última mirada.


Cae en  la costa el último latido,
le entibian al costero su llegada
un concierto de manitos levantadas.

ROCÍO




Va llorando la mañana
alguna pena de estío,
se desgrana en lagrimitas
mojaditas de rocío.


Mi abuela siempre decía
que era Dios el que tiraba
sobre el verde de las hojas
cristales, por la mañana.


Rueda y rueda por el tallo
y cae manso en el suelo,
tan parecido a mí llanto,
aunque el mío busca el cielo.


Las hojitas se estremecen
cuando empiezas a caer,
llevas destino de muerte,
cristal del amanecer.


¡Cómo recuerdo mi infancia!
cuando te siento caer,
mojabas mis pies descalzos,
qué lindo sería volver.


Dulce gota de rocío
mirá sin un día contaras,
de los besos que he robado
en eternas madrugadas.


Ahora creo que era cierto
lo que mi abuela contaba,
-son lagrimitas de Dios.
las que en las hojas rodaban.

LA COMETA




Cumpliendo con el pacto de la siesta
regresan los gurises al baldío;
un duende los congrega y el estío,
les presta su sol para la fiesta.


Y un sueño de papel remonta vuelo,
dialoga con los árboles y sube.
Se oculta el barrilete entre las nubes
y el alma del gurí conoce el cielo.


Es amigo del celeste provinciano.
Le suma sus colores al verano.
Cuando cae se amansa sobre el suelo.


Con sus flecos gime quieto en las flores,
corre el niño, comparte sus dolores
y entre risas los dos, remontan vuelo.

TRISTEZA EN FEBRERO



Ya viene galopando el caballito
y es un soplo de luz buscando el río,
hay tristeza en la piel del arroyito,
se ha llevado a Linares el estío.


Por el declive de la tarde viene,
casi todas sus fuerzas ha perdido,
y en un quieto remanso se detiene
a rezar su oración por el amigo.

Y el “pariente de mar” se ha conmovido
al oír ese rezo lastimero
y aquel son de guitarras estelares.


Un andar milenario ha detenido,
se ha plegado a la pena del febrero
y ha llorado también por don Linares.

EL CANTO






Si un día mi alma triste me dijera
que está sola, angustiada, entristecida,
dejaría algún canto en esa herida,
cambiaría su invierno, en primavera.


Si un día tu alma triste me pidiera
retacitos  de luz para tu vida,
me voy en una copla amanecida,
me vuelvo serenata en tu vereda.


Porque eso es el canto, hermano mío,
es la luz de ese sol amanecido
que nos trae la vida en la mañana.


Es mano tendida, es el abrazo,
es la eterna ternura del regazo,
es el hoy y el ayer que nos hermana.

domingo, 16 de septiembre de 2012

CHAMAMÉ




Rezonga un chamamé, hermano mío,
cadencioso es su ritmo y nos hermana,
y mi pago al oírlo, se engalana,
galopando en mi alma, todo brío.


Me trae el chamamé su voz de río,
voz de “tape, ”de tierra soberana,
zorzalito costero en la mañana,
tristeza de crespín en el estío.


Embrujado el paisano se desliza,
casi flotan sus pies, tierra y ceniza
y la dama en un giro ha florecido.


Allí está el chamamé, tierra y memoria,
luz y sombra, risa y llanto en cada historia,
con un grito recupera tanto olvido.