jueves, 27 de septiembre de 2012

CON OJOS DE NIÑO





Hoy detuve mis pasos
y miré la vida con ojos de niño.
Descubrí en el cielo
antiguos colores que creí perdidos;

caminé el sendero,
el que tantas veces me llevó hasta el río,
y encontré la magia
del duende costero que un día fue mío.

La ribera en calma
se probaba el traje caliente de enero,
divisé en la costa
el cielo agitado de los mojarreros;
allí entre los juncos
chapaleando risas, gurises corrían,
y desde la orilla
el eco traía, voces de partida.

Derramó en mis manos
lagrimones rojos el ceibo costero,
y ganó mi alma
el hondo silencio de un espinelero;
y buscando el tiempo
de los ojos limpios y el corazón bueno,
me crecieron alas
y fui golondrina regresando lejos.

Aticé el rescoldo
de dulces recuerdos que creí olvidados,
sacudí las penas,
dejé los zapatos de mi andar cansado;
me trepé a la risa
de aquellos gurises que andaban cantando,
y corrí con ellos,
con el alma libre y los pies descalzos.

Hoy...
detuve mis pasos
y miré la vida con ojos de niño.

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