Cruza el aire una caricia alada
buscando la quietud del tibio nido,
el sol su derrotero ha concluido
va marcando el final de la jornada.
A lo lejos se pinta la ranchada,
se escapa de los labios un silbido,
algún chamamecito entristecido
acompaña el andar de la remada.
El sol sobre las islas cae herido
y en un sauce una luna reclinada
le devuelve la última mirada.
Cae en la costa el último latido,
le entibian al costero su llegada
un concierto de manitos levantadas.
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