Cumpliendo con el pacto de la siesta
regresan los gurises al baldío;
un duende los congrega y el estío,
les presta su sol para la fiesta.
Y un sueño de papel remonta vuelo,
dialoga con los árboles y sube.
Se oculta el barrilete entre las nubes
y el alma del gurí conoce el cielo.
Es amigo del celeste provinciano.
Le suma sus colores al verano.
Cuando cae se amansa sobre el suelo.
Con sus flecos gime quieto en las flores,
corre el niño, comparte sus dolores
y entre risas los dos, remontan vuelo.
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