Se cuela entre sauzal tu luz serena.
Tu candidez los ámbitos domina.
El espejo del río se ilumina
y de misterios el monte se llena.
El cielo se enternece con tu pena.
Sientes su piedad, dulce te inclinas.
Cansada hacia el alba te encaminas,
a morir el tirano te condena...
Cuando caes rendida me pareces,
que al paisaje dejas en triste duelo.
Más no vierte el sol lágrima alguna.
Y a la noche, callada resplandeces,
con un vago temor alzas tu vuelo.
Hermosa, tibia y fugitiva luna.
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