Si un día mi alma triste me dijera
que está sola, angustiada, entristecida,
dejaría algún canto en esa herida,
cambiaría su invierno, en primavera.
Si un día tu alma triste me pidiera
retacitos de luz para tu vida,
me voy en una copla amanecida,
me vuelvo serenata en tu vereda.
Porque eso es el canto, hermano mío,
es la luz de ese sol amanecido
que nos trae la vida en la mañana.
Es mano tendida, es el abrazo,
es la eterna ternura del regazo,
es el hoy y el ayer que nos hermana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario