Ya pinta el sol el blanco caserío
y en la barranca, luces, primavera,
todo es tibieza, se va alejando el frío
y florece en colores, la ribera.
Y el caminito azul que baja al río
nos habla de un amor y de una espera,
mientras carga el otoño su atavío
florecen las miradas compañeras.
Deja la niña un perfume en el viento,
y el joven deshojando margaritas,
los dos ríen, no es tiempo de lamentos;
un calmo río los mira en silencio,
un dulce amor, florece… resucita.
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