Te veo llegar, madera y lejanía,
tu montaraz contorno tambalea
y a orillas del crepúsculo rastrea
los lagrimones postreros del día.
De pie el costero, silente compañía,
es una sombra de agua que flamea,
espinelero de oficio, él fondea
algunas penas de amarga biografía.
Fiel compañera del íntimo viaje,
descolgando destellos del paisaje
subes y bajas, correntada y remo.
Desensilla un sol cansado en tu regazo,
duendes costeros te apuran el paso,
la orilla es el premio al esfuerzo extremo.
Fotografía: Carlos Martinez
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