Tan sumiso se acerca y solicita
con su mano tendida su pedido,
con un rostro tristón y adormecido,
se refleja el olvido en su cartita.
Lo veo de pie, como una estalactita
que me clava y me deja malherido
saborea ese pan que no ha comido,
dulce zorzal herido en sus alitas.
Pienso en la noche, en sus garras de frío,
¿tendrá cobijo, un techo, algún reparo?
o a su sueño lo ahoga algún rocío.
Pequeña flor con el tallo doblado,
mi alma me reprocha tanto hastío,
le di solo ese pan que me ha sobrado.
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