A veces vuelvo a la orilla calma, y viajo
buscando el nombre que escribí en la arena,
reconquisto tu risa tan serena
y me trepo a tu cuerpo en cada
gajo.
Sin horarios, mi tiempo fue tu tiempo
y aún hoy tiemblo al calor de tus abrazos
y busco tu arroyito manso y bajo,
cuando ronda a mi alma algún
silencio.
Extrañan mis domingos tu badajo,
si no suena tu risa de campanas
te invento algún poema a la mañana.
Y entonces se te aleja la tristeza,
nos reímos mirando fotos viejas,
y yo busco tu boca sin atajos.
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